Crecí yendo a una Iglesia Bautista Reformada de Nueva Jersey. Cada verano fui a un campamento Cristiano y tenía muchos familiares y amigos cristianos. Así que siempre escuché la verdad y pensé que estaba bien con Dios. Crecí en un barrio difícil en Nueva Jersey y tuve un tiempo difícil en la escuela secundaria, así que abandoné mis estudios y comencé a trabajar tiempo completo. Mi jornada como una mujer perdida había comenzado.
A los dieciocho años, me enamoré de un hombre Árabe, y me casé con él sin decírselo a mi familia. Poco después mi familia aceptó amorosamente a mi nuevo esposo. Entonces, Dios me bendijo con un hijo maravilloso a quien amo y aprecio con todo mi alma. Nuestro matrimonio eventualmente terminó en un divorcio y me convertí en una madre soltera que vivía sola.
En vez de pedirle a Dios que me ayudara a mi vida, salí con hombres, escuché a música alta, bebía y fumaba cigarrillos para encontrar la felicidad. Después de salir con diferentes hombres, buscando el “hombre correcto”, le pedí a Dios que me ayudara a encontrar al hombre que me amaría a mí y a mi hijo, quién también estaba buscando a convertirse en un cristiano. Entonces conocí a Ray Basciano. Nos enamoramos y nos casamos. Los dos teníamos mucho en común, especialmente cuando se trataba de vivir la vida mundana é ir a la iglesia cuando las cosas se ponían difíciles. Teníamos muchas altas y bajas en nuestro matrimonio, pero realmente nos amamos. Él bebía mucho, especialmente después que su padre murió. Sabía, y estaba de acuerdo, qué ambos necesitábamos a Dios en nuestras vidas, por lo cual comenzamos a visitar la Iglesia Bautista Lehigh Valley aproximadamente dos veces al mes. Él lloraba después de cada mensaje.
En el 30 de Noviembre del 2009, con solo dos horas de vida, conforme a la enfermera, lo llevaron rápidamente a una cirugía de corazón y afortunadamente Dios le conservó la vida por otras semanas. La primera noche que llegó a la casa del hospital, él era una persona completamente diferente. Me dijo que la próxima vez que fuéramos a la iglesia él iba al frente al final del servicio para llorar a lágrimas vivas. Él me pidió que lo perdonara por haber hecho el mal. Luego insistió en que viéramos el video “Jesús de Nazaret” y lloraba diciéndome que ahora entendía como se sentía el apóstol Pedro. Él era un hombre diferente al hombre con el cual me había casado. Algo lo había cambiado dramáticamente y yo quería saber más.
Al día siguiente, después de salir de la casa a unas horas, volví y lo encontré en el piso, frío como el hielo. También encontré la Biblia abierta donde él se había caído. Ese realmente fue el momento más dramática de mi vida. Aunque lloré a Dios por ayuda, también recurrí a fumar y beber para encontrar el consuelo. Tenía muchos amigos que me ayudaron en esos momentos difíciles y todos nos reuníamos en la estación de bomberos local, dónde terminé bebiendo mucho y fumando.
Comencé yendo a la iglesia más a menudo, porque realmente quería cambiar mi vida. Conocí a muchos buenos amigos en la iglesia que se preocupaban por mi vida espiritual. Empecé a sentir que Dios me llamaba a través de cada mensaje de los Domingos y comencé a leer los versículos de la Biblia en mi teléfono. Entonces comencé a leer el Antiguo Testamento diariamente. Oraba y le pedía a Dios que cambiara mi vida, pero el diablo interrumpía mi oración al poner pensamientos en mi cabeza. “No puedes convertirte en una cristiana hasta que dejes de fumar y beber.”
En un Domingo, una dulce, pero decidida señora me pidió que fuera a almorzar a su casa y que estudiara la Biblia con ella. Después de negarla muchas veces, me di cuenta de lo orgullosa que era y finalmente accedí a ir. Sabía y estaba de acuerdo con todo lo que ella señalaba en la Biblia, pero estaba confundida acerca del por qué Dios no respondía a mis oraciones. Ella me dijo que le pidiera a Dios que me mostrara lo que yo estaba haciendo mal. Nunca pensé pedirle a Dios que señalara mi pecado. Entonces un versículo me golpeó con fuerza. Era Lucas 6:46 que dice: “¿Por qué me llamas Señor, Señor y no haces lo que digo?”
¡Eso era exactamente lo que estaba haciendo! Fui condenada por ese versículo. Empecé a odiar mi estilo de vida mundana. Me di cuenta de que tenía que venir a Cristo primero y Él me cambiaría; simplemente no podía hacerlo sola. Aprendí que no podía amar la carne (el estilo de vida mundana) y Dios al mismo tiempo, porque Dios es un Dios amoroso pero celoso. Deuteronomio 6:15 dice: “Porque el Dios celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; no sea que se encienda el furor de Jehová tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la faz de la tierra.” Mientras continuaba leyendo la Biblia, Dios me estaba revelando lo que yo estaba haciendo mal.
Conforme a Su Palabra, Dios odia el no confiar en Él. Él odia mi orgullo y sobre todo mi idolatría hacia mis hábitos como fumar, escuchar música y beber. Siempre busqué fumar para aliviar mi ansiedad, el estrés y la vida cotidiana en lugar de mirar a Dios. Me sentí tan avergonzada de mi pecado. El 7 de Enero oré y clamé a Dios para que mi perdonara por no ponerlo primero y no confiar en Él. ¡Jesús me escuchó y me salvó esa noche! Me desperté ese Domingo por la mañana siendo una persona diferente. No podía esperar ir a la escuela dominical por primera vez. Estaba ansiosa por escuchar la predicación. De repente me di cuenta de que a la mañana siguiente del servicio, no tenía ningún deseo de encender un cigarrillo. ¡Eso fue un milagro! Mis deseos mundanos fueron completamente borrados y llenos de deseos del Señor. No estaba completamente segura de lo que me estaba pasando, pero sabía que Dios me había cambiado. ¡Ya no estaba “perdida,” pues Jesús me había encontrada!
Ahora amo a Dios, a Su Palabra y a Su iglesia. Me levanto por la mañana y estoy llena del amor de Dios en mi corazón y quiero compartir mi historia con todos mis amigos y familiares incrédulos. Ahora puedo decir que todo está bien con mi alma. Dios puede cambiar a tu vida si pones toda tu confianza en Él y te arrepientas de tus pecados. Dios no quiere que vayas al infierno. Isaías 55:6 dice: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.”
A los dieciocho años, me enamoré de un hombre Árabe, y me casé con él sin decírselo a mi familia. Poco después mi familia aceptó amorosamente a mi nuevo esposo. Entonces, Dios me bendijo con un hijo maravilloso a quien amo y aprecio con todo mi alma. Nuestro matrimonio eventualmente terminó en un divorcio y me convertí en una madre soltera que vivía sola.
En vez de pedirle a Dios que me ayudara a mi vida, salí con hombres, escuché a música alta, bebía y fumaba cigarrillos para encontrar la felicidad. Después de salir con diferentes hombres, buscando el “hombre correcto”, le pedí a Dios que me ayudara a encontrar al hombre que me amaría a mí y a mi hijo, quién también estaba buscando a convertirse en un cristiano. Entonces conocí a Ray Basciano. Nos enamoramos y nos casamos. Los dos teníamos mucho en común, especialmente cuando se trataba de vivir la vida mundana é ir a la iglesia cuando las cosas se ponían difíciles. Teníamos muchas altas y bajas en nuestro matrimonio, pero realmente nos amamos. Él bebía mucho, especialmente después que su padre murió. Sabía, y estaba de acuerdo, qué ambos necesitábamos a Dios en nuestras vidas, por lo cual comenzamos a visitar la Iglesia Bautista Lehigh Valley aproximadamente dos veces al mes. Él lloraba después de cada mensaje.
En el 30 de Noviembre del 2009, con solo dos horas de vida, conforme a la enfermera, lo llevaron rápidamente a una cirugía de corazón y afortunadamente Dios le conservó la vida por otras semanas. La primera noche que llegó a la casa del hospital, él era una persona completamente diferente. Me dijo que la próxima vez que fuéramos a la iglesia él iba al frente al final del servicio para llorar a lágrimas vivas. Él me pidió que lo perdonara por haber hecho el mal. Luego insistió en que viéramos el video “Jesús de Nazaret” y lloraba diciéndome que ahora entendía como se sentía el apóstol Pedro. Él era un hombre diferente al hombre con el cual me había casado. Algo lo había cambiado dramáticamente y yo quería saber más.
Al día siguiente, después de salir de la casa a unas horas, volví y lo encontré en el piso, frío como el hielo. También encontré la Biblia abierta donde él se había caído. Ese realmente fue el momento más dramática de mi vida. Aunque lloré a Dios por ayuda, también recurrí a fumar y beber para encontrar el consuelo. Tenía muchos amigos que me ayudaron en esos momentos difíciles y todos nos reuníamos en la estación de bomberos local, dónde terminé bebiendo mucho y fumando.
Comencé yendo a la iglesia más a menudo, porque realmente quería cambiar mi vida. Conocí a muchos buenos amigos en la iglesia que se preocupaban por mi vida espiritual. Empecé a sentir que Dios me llamaba a través de cada mensaje de los Domingos y comencé a leer los versículos de la Biblia en mi teléfono. Entonces comencé a leer el Antiguo Testamento diariamente. Oraba y le pedía a Dios que cambiara mi vida, pero el diablo interrumpía mi oración al poner pensamientos en mi cabeza. “No puedes convertirte en una cristiana hasta que dejes de fumar y beber.”
En un Domingo, una dulce, pero decidida señora me pidió que fuera a almorzar a su casa y que estudiara la Biblia con ella. Después de negarla muchas veces, me di cuenta de lo orgullosa que era y finalmente accedí a ir. Sabía y estaba de acuerdo con todo lo que ella señalaba en la Biblia, pero estaba confundida acerca del por qué Dios no respondía a mis oraciones. Ella me dijo que le pidiera a Dios que me mostrara lo que yo estaba haciendo mal. Nunca pensé pedirle a Dios que señalara mi pecado. Entonces un versículo me golpeó con fuerza. Era Lucas 6:46 que dice: “¿Por qué me llamas Señor, Señor y no haces lo que digo?”
¡Eso era exactamente lo que estaba haciendo! Fui condenada por ese versículo. Empecé a odiar mi estilo de vida mundana. Me di cuenta de que tenía que venir a Cristo primero y Él me cambiaría; simplemente no podía hacerlo sola. Aprendí que no podía amar la carne (el estilo de vida mundana) y Dios al mismo tiempo, porque Dios es un Dios amoroso pero celoso. Deuteronomio 6:15 dice: “Porque el Dios celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; no sea que se encienda el furor de Jehová tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la faz de la tierra.” Mientras continuaba leyendo la Biblia, Dios me estaba revelando lo que yo estaba haciendo mal.
Conforme a Su Palabra, Dios odia el no confiar en Él. Él odia mi orgullo y sobre todo mi idolatría hacia mis hábitos como fumar, escuchar música y beber. Siempre busqué fumar para aliviar mi ansiedad, el estrés y la vida cotidiana en lugar de mirar a Dios. Me sentí tan avergonzada de mi pecado. El 7 de Enero oré y clamé a Dios para que mi perdonara por no ponerlo primero y no confiar en Él. ¡Jesús me escuchó y me salvó esa noche! Me desperté ese Domingo por la mañana siendo una persona diferente. No podía esperar ir a la escuela dominical por primera vez. Estaba ansiosa por escuchar la predicación. De repente me di cuenta de que a la mañana siguiente del servicio, no tenía ningún deseo de encender un cigarrillo. ¡Eso fue un milagro! Mis deseos mundanos fueron completamente borrados y llenos de deseos del Señor. No estaba completamente segura de lo que me estaba pasando, pero sabía que Dios me había cambiado. ¡Ya no estaba “perdida,” pues Jesús me había encontrada!
Ahora amo a Dios, a Su Palabra y a Su iglesia. Me levanto por la mañana y estoy llena del amor de Dios en mi corazón y quiero compartir mi historia con todos mis amigos y familiares incrédulos. Ahora puedo decir que todo está bien con mi alma. Dios puede cambiar a tu vida si pones toda tu confianza en Él y te arrepientas de tus pecados. Dios no quiere que vayas al infierno. Isaías 55:6 dice: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.”